La idea
¡¿Quién no ha soñado de niño con tener un perro?! Ahora que somos adultos por fin podemos realizar este sueño.
Pero no nos engañemos, tener un perro no es solo diversión y agradables paseos. Es también una gran responsabilidad. Haga frío o calor, tendremos que sacarle a pasear antes de ir al trabajo… y después del mismo, aunque lo único que queramos sea caer rendidos en el sofá. Tendremos que cuidar su adecuada alimentación, pensar en las vacaciones, las enfermedades y también en su vejez.
Debemos de tenerlo muy claro: serán unos años de obligaciones y deberes con tu fiel amigo. A cambio de esto vas a tener a tu lado a alguien que no te juzgará y que te querrá de manera incondicional. Para él siempre serás TÚ.
Es importante establecer una adecuada comunicación entre vosotros desde el principio.
Aprender algunas órdenes hará que vuestra convivencia sea más fácil. No se trata de enseñar a tu perro trucos de circo y acrobacias, sino de una educación básica para evitar posibles situaciones conflictivas.
Y como sucede también con nosotros, mejor que esta educación sea divertida y que él mismo tenga ganas de aprender.
¿Qué mejor manera que la enseñanza en positivo?
Sin presión, sin tirones, sin estrés, sin collares de descarga, pinchos, etc.
Que siga siendo un perro, un perro feliz y que disfrutéis mutuamente de vuestra convivencia.
